domingo, 22 de marzo de 2009

Fragmento 2°

La conoció en la plaza del centro; esa donde tantas veces había paseado a Olmos, tantas otras había ido a leer y donde algunas otras veces la lluvia o la noche lo sorprendieron durmiendo.
La había visto varias tardes, con su trajecito peculiar, haciendo gracias y volteretas para diversión de la gente. Aunque su cara se la sabía de memoria, su nombre era un misterio.
Ese martes que por fin se hablaron no supo entender donde había escondido su timidez para acercarse y decirle:
-Un mate a cambio de tu nombre.
-Malena-le respondió para luego redoblar la apuesta: "Mi banquito a cambio del tuyo."
-Soy Ramiro pero por mi nombre solo quiero una sonrisa, Malena.
Automáticamente, y sin poder evitarlo, ambos mostraron sus dentaduras. Mantuvieron un silencio casi incómodo hasta que las palabras empezaron solas a fluir. Música, cine, árboles, historia; tuvieron todo tipo de charla trivial, sin que por ello dejara de ser entretenida. Las 7 de la tarde los encontró caminando esas dos cuadras que tenían en común antes de separarse y seguir camino hacia sus casas. No arreglaron volver a verse; algo implícito quedó pactado entre los dos. Ellos sabían que se iban a volver a encontrar.

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