lunes, 20 de abril de 2009

Mi percepción

Los miro ahora y los veo diferente; con otros ojos. Aunque ellos no cambiaron, sí lo hizo mi percepción.
Los miro y me detengo en sus detalles: la jerarquía tan marcada entre los dos, bien ubicados en sus roles de padre e hijo; la apariencia del joven tan descuidada de un tiempo a ahora; las ropas sin lavar. La postura, alguna vez tan bonita, ahora perdida por completo; el cabello largo tendido sobre la cara, las manos ásperas de trabajar; todas marcas que el pasado dejó como regalo.
Su padre a su izquierda, mira compenetrado el cielo, deseando volar quizás. Hace meses que tan solo contempla el sol. Pareciera que sus ojos se estuvieran desvaneciendo de tanto observarlo. Solos los dos, piensan y me hacen pensar a mí. Me viene a la mente un momento particular del último invierno. Un feriado patrio, volviendo de las sierras, la ruta y la vida los sorprendieron y sin darles tiempo a reaccionar, acabaron al costado del camino.
Esa vuelta a casa les robó su tesoro más preciado, su secreto mejor guardado; les robó una madre y una esposa, les robó un amor. Pero así como les quitó, les dejó como recuerdo gestos y cicatrices imborrables.
Ahora bajo el sol primaveral, recuerdan ese viaje y se centran es su dolor. Herméticos en su soledad, no conocen mejor reconforte que imaginar que tienen alas y alcanzan la felicidad perdida. Se sientan lado a lado todos los días, viéndose tan lejano del otro, pensándose tan incomprendidos. Yo los miro y pienso en la ironía de que el día de festejar su nación independiente, se convirtieron en presos de su sufrimiento.
Algo en mi cabeza me dice que no son tan solo dos compañeros de vida llorando la muerte de una mujer, sino que son un padre y un hijo que realmente se entienden y conocen más de lo que ellos mismos saben. Desde la ventana de mi casa, donde los observo espero que algún día puedan darse cuenta que eso mismo que sienten que los aleja es, en realidad, lo que los mantiene cerca.


lunes, 13 de abril de 2009

Palabras de vapor


Esa noche unas palabras nacieron en tu boca. Salieron, volaron y quedaron suspendidas en un aire denso de húmedo otoño. Las miré flotando tan sólidas y estables como esperando un movimiento mío, una aceptación. Las observé, me detuve en sus sílabas, letras y puntos. Una luz sobre mi cabeza me dejó ver todos sus costados.
El tono de tu voz entró directo a mis oídos. Retumbó con dulzura, originando un eco, que para mi deleite me dejó escuchar el susurro una vez más.
Acariciar el momento en que tus labios se movieron; ver tu aliento hecho vapor; sentir el frío en mi frente y en mi alma, tu amor.
En esta tarde de calor, tu cariño me adormece, me deja levitar y suavemente me entrega a Morfeo. Tu beso en mi nariz, mi labio en tu boca. Alejo mi memoria... hoy ya no me sirve recordar. Trato de no pensar, porque hoy tampoco me sirve llorar.
Esta noche respiraré ligero. Tu mano en la mía, tu risa en mi vida; es lo único que quiero soñar.

Como Vos




Una guitarra y una plaza.

Tu mirada y una canción,

la mía en el cielo.

Una luna y el nuevo frío.

Un charco sobre el piso;

uno por aquí, otro por allá.

El rocío humedeciendo los pies.

Vos no lo sabes, pero hoy pense dos más que ayer.

Prometo

Un fénix contra la pared.
Un triskel y una tortuga en tu techo.
Acá en mis pies, allá en tu cabeza.
Una almohada de plumas.

domingo, 5 de abril de 2009

Olvidado

Llegó al fin esa lluvia tan anunciada por todos.
Recorrió el tronco del almendro para luego alojarse en el mar.
Esa lluvia que cae, sin que las nubes puedan atinar algún movimiento.
¿Qué será lo que viaja en ese vapor?
En el repiquetear de las gotas contra el pavimento está la respuesta. O quizás el dueño del bosque lo anunciará.
Si esa hormiga continuara este relato seguro describiría otra época del año.